miércoles, 6 de febrero de 2013

Capítulo 8: Con que mi hermana...¿Eh?

Ryan

¿Quién fue el ganador de: La cara que se nos quedó cuando Aria salió pitando del salón?
Entre yo y Mason. 
Mi padre estaba confuso pero parecía que se lo tomaba como lo más normal del mundo, yo creo que él pensaba que era por todo eso de la nueva impresión y de que a partir de hora íbamos a ser una familia en intento de ser felices. 
Pero yo no tenía esa idea.
La cara de Dafne demostraba todo lo contrario. Aquello no le parecía una sopresa, ya que se marchó tras ella muy serena y con paso aligerado. 
Y bueno, la cara de Mason era un poema.
Porque al igual que yo, se había dado cuenta que el principal motivo de que saliera corriendo había sido al acercarse  a ella. 
-Tío, ¿Es que acaso la he caído mal?- preguntó tristemente mi mejor amigo con un puchero y sus ojos brillantes. Mason era muy sentimital, y no soportaba nada de, comentarios, miradas, o comportamientos malintencionados. 
Los odiaba. Y caer mal a la gente sin motivo aparente, le rompía el corazón. 
Pero yo tampoco podía hacer nada para animarle así que solo me encogí de hombros. 
Si Aria había salido corriendo, motivo había. Solo había averiguar una cosa...
¿Cuál?
.......................................................................
Aria
Respira.
Inspira. 
Respira. 
Inspira. 
Coloqué de nuevo la cabeza sobre mis rodillas, practicamente tapandola. Y me di unos ligeros golpes en ella. Era una tonta. 
Habían pasado tres años y todavía no lo había superado.
 ¿Qué había mal en mí?
Debía olvidarlo, pasar, hacer que nunca existió. Pero no podía. Cada noche recordaba ese día, esa época, el primer momento y el último. Y no era capaz de hacer que jamás nada había pasado, porque yo aún lo tenía presente, muy presente. 
Mierda, mierda y más mierda. 
Y encima ahora me daba un ataque delante del marido de Dafne y su hijo. Pero me había puesto tan nerviosa, y cuándo su amigo se acercó tanto a mí, me recordó a él.
Mucho.
Cuándo andaba hacía mí, con esa sonrisa, sus ojos observandome, y esas palabras que siempre decía, que susurraba o gritaba cada vez que me veía.
"Vamos a curarte"
 Un escalofrío, y comencé a temblar convulsivamente. Su rostro se reflejo en mi mente.
¡Fuera! 
Me grité a mi misma. Sacudí la cabeza, no quería que estuviese ahí, dentro de mí, controlandome.
-Mi niña...- escuché la voz de Dafne y a los pocos segundos sus brazos me rodearon, tratándome de calmar, mientras las dos siendo conscientes del porqué que los demás debían estar preguntándose, estabamos allí. Sentadas, acurrucadas una contra otra, en la acera de la calle, que dentro de poco vería todos los días de mi vida o al menos eso pensaba yo.
.......................
Dafne. 
La abracé con toda mi fuerza, demostrandola todo la que la quiero. Y que supiera que estoy allí, con ella. 
Sabía que aquello la afectaría. Que no podría manejarlo, como muchas otras veces. No la entiendo, porque yo no he pasado por lo que ella, pero la amo. 
La cojí suavemente de la mano, y tiré de ella. 
-Chiquitita...- la dije, aquel apodo que la puse no hacía mucho tiempo y que hace un año que dejé de utilizar. - Vamos a pasear. 
Cogidas de las manos, nos emprendimos a una larga caminata, en la que las dos claramente sabiamos que no cruzariamos palabra. 
Pero estaba preocupada. Quería apoyarla con todo lo que tenía, y hacerla saber que me tenía a mí, al lado suyo siempre que me necesitara. 
Porque ella es mi vida, aunque no sea mi hija. 
......................
Ryan.
Pasaron cerca de tres horas, antes de que alguna de las dos diera señales de vida. En este caso fue Dafne. Llamó a mi padre, hablaron menos de un minuto y al otro ya habían colgado. No nos contó nada. 
En esas tres horas nos dio tiempo, tanto a mi como a Mason, a contarle la loca fiesta que había montado ayer por la noche. Mientras le enseñaba las imágenes que grabé con el móvil, en las que él salía bebiendo, bailando e increíblemente haciendo... ¿Meditación?
-No puede ser...- dijo él avergonzado mientras se veía a si mismo en estado embriagado. Mason y yo solo pudimos soltar una carcajada. Y eso que aún faltaba más de medio video, en el que salía haciendo otras mayores locuras. Iba a poder chantajearlo con esto de por vida, y él lo sabía. 
Hacía ya un rato que el último invitado se había marchado por la puerta de mi casa, incluidos los Ritcher, aunque Mason seguía aquí. Yo creo que pasaba tanto tiempo aquí que era como su segunda casa, y a ninguno nos importaba, 
Era como de la familia. 
Esa familia que por cierto no llegué a conocer. 
Abuelos, tíos, primos... nada de nada, solo a Dan y sus rastas, y eso me asustaba. 
Además, ahora acababa de conocer a Aria y no nos habíamos llevado una buena impresión, mutuamente. 
Había algo raro en ella. Extraño.
¿Podía mejorar todavía más mi vida?
No lo sabía. 
Tampoco quería averiguarlo.

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