miércoles, 6 de febrero de 2013

Capítulo 5: ¿Mami?

Ryan.

-Tío, estoy agotado.- le conté a Mason mientras conducía el coche, y yo, con el vaivén de las curvas me iba adormeciendo más.  
Escuché su carcajada como un sonido lejano. 
-Es que Ryan, si dejaras de hacer "travesuras" en los cuartos de baño...
Creo que dijo algo más que no llegué a oír,y cuándo quise haberme dado cuenta, me había quedado dormido con la cara apoyada en el frío cristal de la ventanilla, mientras el sonido de las gotas de la lluvia acompañaban mis sueños. 
"Estaba feliz. Muy feliz. Practicamente daba saltos de alegría. Mama me iba a comprar el muñeco que tanto quería, el super soldado Flinn. Lo deseaba desde hace tanto tiempo. Y ahora estaba allí, yendo de camino, los dos solos, hacía la juguetería más grande de toda la ciudad. Lo que era un paraíso para mí. ¿Un lugar solo echo para comprar juegos? La persona que lo creo, seguramente era un niño.
Mama, cantaba una canción horripilante que ponían  en la radio. 
-¡Mami, cambia de canción por favor!- le rogué yo caprichoso. 
No pensé en que esa canción era una de cuando ella era joven, de mucho antes de que yo naciera, una canción que la recordaba esos tiempos.  No, solo pensaba en que hoy era mi día y al serlo, se hacía todo lo que yo quería. 
Y ella, me sonrío, con la sonrisa más cariñosa y llena de amor que jamás me había dado, y cambió de canción a otra más moderna que ninguno de los dos nos sabíamos. 
Luego, vi la juguetería. Esperaba impaciente a que mi madre aparcara y me pudiera quitar el cinturón. Y cuando lo hizo, salí del coche rapidamente, y tiré de su manga de la camiseta para que viniera conmigo.
-¡Vamos! ¡Vamos!- la gritaba yo, para que entrasemos de una vez en aquel paraíso. Probablemente en esos tiempos mi lugar favorito.
-Ry, cariño, estate tranquilo. - me regañó, pero yo supe que no estaba enfadada, me estaba sonriendo, esa sonrisa que me hacía sentir la persona más querida de todo el universo. Pasó su mano por mi pelo, alborotándolo, como tanto le gustaba hace, haciendo que varios mechones de mi castaño pelo rebelde cayeran sobre mi frente. - No van a cerrar hasta dentro de cinco horas, tenemos todo el tiempo del mundo para encontrarlo. 
Yo asentí, aunque algo triste. Quería entrar ya. Quería al super soldado Flinn entre mis manos. Quería que todo fuese perfecto.
Mama extendió su meñique hacía mí, y yo le di el mío. Nos gustaba ir así, cogidos y enganchados por nuestros meñiques, porque era una promesa constante de que siempre estaríamos juntos. Para siempre.
Entramos en la juguetería, y decidí que quería vivir allí. 
Cientos de estanterías con juguetes se alzaban sobre nosotros. Muñecos, peluches, consolas, videojuegos... 
¡Era el mejor lugar en el que había estado!
Guié a mi madre por cada uno de los estantes de toda la juguetería, mientras ella asentía y me escuchaba. Me entendía. 
-Todos los juguetes están muy bien- la dije yo.- Pero a mí, el que más me gusta es el Super Soldado Flinn. 
-Pues vamos a por él. 
Fue, no sé si en el décimo pasillo que veíamos cuándo mi madre me llamó.
-Ry, ven aquí. Mira esto.
Fui hacía allí corriendo todo lo rápido que podía. Ella estaba en frente de unos cuantos muñecos, todos eran geniales, pero yo solo tenía ojos para el soldado Flinn. 
Mis ojos brillaron de la emoción. 
De saber que en menos de cinco minutos, podría estar jugando con él. 
Busqué entre todas las cajas dónde guardaban  a las figuras, y cuándo encontré la adecuada, no cabía en mi gozo.
-¡La encontré!¡La encontré! ¡Mami! ¡Está aquí! ¡Encontré al Soldado Flinn!.
Mi madre vino al lado mío, y se agachó junto a mí, dándome un afectuoso abrazo y a continuación un beso en la mejilla. 
-Ese es mi niño. - me dijo orgullosa. Y frotó de nuevo mi cabeza. Sonreí algo avergonzado. 
Observé la caja con detenimiento, cada detalle, cada palabra. Quería que se quedase en mi memoria para luego con muchoa años más poder recordarlo. 
La caja tenía un botón al lado del plástico que dejaba a la vista el muñeco, y junto a él ponía:
¡Púlsalo para que el Super Soldado Flinn hable! 
Lo miré embodado. ¡Podía hablar!
Mi madre, antes que yo pulsó el botón. Nos mantuvimos en silencio, expectantes.
¡Vamos Camarada, ven conmigo el Super Soldado Flinn a luchar contra el mal!
 Estallé de felicidad al oírlo. Era genial. Lo lavanté en alto y luego lo abracé contra mí. 
-¡Mami, mami! ¿Has oído? ¡Me ha llamado su Camarada! ¡Soy el Camarada del Super Soldado Flinn!
-Si, cariño,si. - me dijo mi madre mientras me observaba dar vueltas y pulsar otras cien veces más el mismo botoncito para oír de nuevo la frase. 
-¡Ya sé, ya sé! Mama.- la llamé repentinamente serio. Pusé mi mano en la cabeza e hice el saludo militar- Soy el Camarada Ryan. A su servicio.
Comenzé a marchar como un soldado mientras mi madre reía.
-Pues entonces vamonos Camarada Ryan.- me contestó mi madre con un fingido tono serio y algo burlón. 
Cúando mi madre pagó por el muñeco, y supe con certeza que era mío, la abracé. La abrecé con todo el amor, y ella hizo lo mismo. 
-¿Cariño?
-¿Si?
-Feliz cumpleaños. 
Montamos en el coche, con intención de volver a casa. Allí estaba toda la familia. Nos esperaban impacientes para que yo soplara las velas de mi tarta. Las diez velas, que en mi décimo cumpleaños, debía apagar. 
El coche arrancó como siemrpre hacía. 
Mi madre puso la música de la radio de nuevo, y sonó otra canción que aunque yo no conocía ella sí. Y ya que me había comprado mi muñeco preferido para mi cumpleaños, no la insistí para que cambiara. 
Íbamos a mitad del viaje cuándo todo ocurrió. 
Un señal de Stop saltada por un camión, nuestro coche cruzando la carretera que nos llevaría directos a casa. Mi madre no tuvo tiempo para reaccionar. Y antes de que pudiera acelerar o esquivar el camión. Este se empotró contra nosotros.
Y solo un pensamiento en mi cabeza. Una simple palabra. 
Adiós.
Cuándo volví a abrir los ojos, fue un segundo. Y pude saber lo que había pasado. El coche estaba destrozado. Nosotros fuera, en la carretera. El golpe había sido tan fuerte, que la colisión nos había mandado volando por las ventanas. 
Mi madre estaba a metros de mí. Llena de sangre. Su pelo negro azabache corto, la tapaba algo de la cara. No se movía, no sabía si respiraba. Solo quería llamarla. 
¡Mami!¡Mami!
 Lo quise gritar, no pude. Solo fueron palabras que hicieron eco en mi cerebro. 
Entonces un líquido rojo empapó parte de mis ojos. Yo, estaba tirado también en el asfalto de la carretera. Y me estaba desangrando.
Mi última visión. 
El Super Soldado Flinn ardiendo a mi lado. 
Al final, no era tan super. 
La sangre me cegó. Y una oscuridad que parecía eterna me envolvió."
....
-¡Ryan!¡Ryan!¡ Despierta!
Oí los gritos desesperados de Mason. Abrí los ojos, para darme cuenta que él, estaba practicamente encima de mí. Zarandeándome de un lado para otro. Sus ojos estaban abiertos como platos, y preocupados y nerviosos. 
Sentí mis mejillas húmedas y llevé una de mis manos al carrilo, para comprobar como las lágrimas me caían por la cara. 
Mi cuerpo temblaba, como si tuviera convulsiones. Me noté frío. Y una soledad inexpicable me invadió. 
El coche estaba parado. 
Miré con atudimiento hacía los lados y después a Mason, quién me vio despierto, y después de un momento en silencio, me abrazó. 
Le sentí contra mí, ejerciendo presión y escuché un sollozo. Me costó darme cuenta de que provenía de él. 
-No me vuelvas a hacer esto...- gimoteó en mi cuello mojandolo con sus lágrimas. 
Pestañeé varias veces, y luego pregunté lo evidente.
-¿Qué ha pasado?- pregunté con un débil susurro. Mientras, rigidamente abrazaba a Mason, quién estaba a mi lado, aún sollozando. 
Me preocupé. ¿Le había echo algo a Mason?
Sabía que lloraba, pues como todo el mundo. Pero al igual que él sabía muy rapidamente sobre los sentimientos de los demás, también había practicado mucho lo de ocultarlos. Y conmigo era de los pocos con los que podía ser él mismo. Y si ahora estaba llorando en mi hombro, era por algo grave.
-¿Mason? Me estás preocupando.- le dije mientras le separaba de mi con suavidad. Y veía su cara roja por las lágrimas. Era algo raro verle así. No era la primera vez que veía a Mason llorar, había pasado malas rachas como por ejemplo cuándo murió su hamster, perdió su balón preferido o unos chicos le insultaron, pero sobre todo, cuándo le abandonó su hermano. 
Se hizo el silencio durante otro minuto, en el que los dos nos miramos fijamente. Con la cara roja, y los ojos llorosos. Entonces él estalló. 
-¡Yo te estoy preocupando! ¡Ja! ¡El preocupado aquí soy yo! ¡Estoy conduciendo y de repente te pones a gritar como un loco y después a llorar, y a decir todo el rato su nombre! - gritó lleno de ira- ¡No te despertabas! ¡Pensaba que te iba a volver a perder Ryan! 
Se tapó la cara con las manos, y volvió a su asiento en el que se hundió suspirando. 
Entonces lo recuerdo. Sé lo que he soñado. Y sé a lo que se refiere. Él, después del accidente fue una de las personas que peor lo pasó. 
-Lo siento...- le susurre.
El asintió y después arrancó de nuevo el motor, sacandonos de la cuneta en la que había aparcado momentaneamente. 
Puso la radio, buscó su dial preferida y la dejó ahí.
Música clásica. Solo pude pensar.
Ese día, el 21 de diciembre de hacía siete años, me había quedado sin varias cosas.
Sin mi tarta de cumpleaños y mis diez velas que soplar.
Sin mi familia.
Sin mi Super Soldado Flinn.
Y sin poder volver a ver las sonrisas de mi madre que juré recordar, porque me hacían sentir la persona más querida de todo el mundo. 

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