sábado, 9 de febrero de 2013

Capítulo 18: Culpable.

Jenn
Era, sin duda, la primera vez que le veía así, tan desbastado. Le conocía desde pequeño, y por primera vez se le veía realmente preocupado. 
Yo, le abrazaba, mientras él, tapaba su cara con las dos manos, apoyando sus codos en la rodilla. 
Estábamos sentados el uno al lado del otro, entre paredes blancas del hospital con el cartelito "Urgencias" en rojo parpadeando en todo momento. 
Llevábamos cerca de una hora, y ningún doctor no había dado noticias de como estaba aquella chica, Aria, la hermanastra de Ryan. 
Realemente me había sorprendido, creo que todo el mundo pensaba que era un ligue más, pero resultaba que era de su familia, su hermanastra. ¿Cúando el padre de Ryan se había casado?
Aquella chica había aparecido en el instituto hacía una semana, e increíblemente, ahora era el centro de atención. 
¿Alguien aparte de yo lo sabría? 
Seguramente Mason, que era el amigo inseparable de Ryan, esos dos habían estado juntos desde primaria, y seguían estándolo, todavía más. Era increíble su amistad, y la confianza que se tenían el uno en el otro. 
Escuché su suspiro. 
Normal que estuviera así. Incluso yo, que no conocía a esa chica de nada, aparte de por vista, estaba preocupada. Cuándo la había visto en el cuarto tenía un aspecto deporable, pálida y temblorosa. Y luego cuándo la habíamos encontrado en el piso, me había dado tanta impresión. 
Parecía muerta, con la sangre brotándola de la cabeza. 
Un escalofrío me recorrió tan solo de pensarlo. 
Abracé más fuerte a Ryan, que apenas reaccionaba, no podía dejar de recordar su cara de desesperación cuándo yo llamaba a la ambulancia mientras él veía el pulso de Aria. Estábamos tan asustados. 
Un médico con su bata blanca, cara seria y unos papeles en la mano, salió de entre aquellas puertas grises que llevábamos tanto tiempo observando. 
Nos echó una leve ojeada, y le di un pequeño empujón a Ryan para que levantara la cabeza, quién al final, lo acabó haciendo. 
-¿Familiares de la señorita Wilson?- preguntó el hombre. 
Tanto Ryan como yo nos miramos. ¿No era James?
Miramos hacía los lados no había nadie, sin duda era Aria. 
-¿Aria Wilson?- preguntó de nuevo el doctor mirándonos fijamente, Ryan asintió, se levantó y junto conmigo nos acercamos a él. 
El doctor nos inspeccionó de arriba abajo. 
-¿Son ustedes los familiares de Aria Wilson?- preguntó de nuevo. 
-Sí, yo soy su hermanastro y ella es su prima- mintió él con un hilo de voz, pero que le salió con una perfecta calma. -Es Aria James, nuestros padres se casaron hace poco, los registros no deben estar actualizados. 
El médico nos evaluó de nuevo, intentando averiguar si lo que le decíamos era verdad, la mayor parte sí. 
Sonrío. Se lo había creído. 
-Bien- tachó el apellido de Aria escribiendo por encima el de Ryan. 
-¿Se encuentra bien? ¿Qué la ha ocurrido? ¿Se va a recuperar?- bombardeó repentinamente Ryan al doctor, quién se quedó algo perplejo. 
Puso una mano en su hombro intentando calmarle. 
Eso era mala señal.
Temblé. No sabía si quería escuchar aquello. 
-Hijo- dijo el doctor que pareció que había abandonado su postura de duro, para tranquilizar a Ryan minimamente, presentía que la noticia no iba ser buena.- Aria...
....................................................
Ryan
Sabía que si ponía la mano en mi hombro y me guiaba hasta los asientos para que recibiera allí la noticia, era algo malo, muy malo. 
Mi corazón paró momentáneamente. 
Necesitaba que ella estuviera bien. Por favor. 
-Hijo- me dijo el doctor con un tono afable- Aria...Sufre de una neumonía grave. 
¿Pulmonía grave? Mi semblante cambió a una cara horrorizada, había pulmonías que llegaban a matar. Por favor, dime que era mentira. Que estaba bien. 
-Parece ser, que la neumonía estaba algo avanzada, seguramente producto de un constipado hace unos meses, que ha ido empeorando poco a poco. ¿La ha notado con fiebre, tosiendo o muy acatarrada estos últimos días?
Recordé  todo como si fuera una película en mi cabeza. La había abandonado durante una hora en medio de la calle con un tremendo frío. Apartir de ese momento había estado tosiendo todo el rato. 
Estúpido. 
Asentí aflingido. 
-Bien, esa es probablemente la causa. Aparte de eso, debe haber sufrido varios dolores tanto en la espalda como en el pecho, ¿Ha notado señales de ello?
Negué. ¡Cómo había sido tan imbécil! Era solo figarse para darse cuenta de que ella estaba mal. 
-De acuerdo, no se preocupe, es posible que salga bastante intacta de la neumonía quizás con ciertos dolores en el cuerpo y en los pulmones al respirar, pero con el tiempo se la irán pasando. 
-Entonces, ¿Ella esta bien?- preguntó esta vez Jenn, que se encontraba al lado mío. No hizo falta una respuesta, la cara del doctor lo dijo todo. 
-Verán... - dudó, parecía estar eligiendo las palabras adecuadas.- Tanto como la neumonía no sea lo más grave, si no el golpe que se pudo dar al caer de las escaleras. 
Abrí mis ojos. No podía ser. 
-Se dio un buen golpe, y sigue inconsciente. No sabemos a ciencia exacta el daño que ha podido provocar el impacto en su cerebro y si va a dejar secuelas. 
Había sido yo. 
Era mi culpa. 
Ella había venido a mi habitación a pedirme ayuda para poder ir al médico, y yo solo la había echado con un: Piérdete. 
Si la hubiera preguntado, si me hubiera fijado bien, me hubiera dado cuenta en las condiciones en las que se encontraba. 
No la hubiera dejado bajar por esas malditas escaleras. 
Era mi culpa. Mi culpa. 
Mi familia tenía razón yo siempre tenía la culpa, primero con la muerte de mi madre y ahora Aria. 
Pero ella no podía morir. No lo iba a hacer. 
-Sus constantes han sido buenas, lo único es que no ha dado ninguna señal de despertarse todavía. - Cerré mis ojos fuertemente. Sabía lo que iba a decir aquel doctor, carraspeó y con la voz más suave que pudo poner lo dijo, lo que yo creía. - Es posible que si no despierte en las siguientes veinticuatro horas, entre en un estado de coma permanente. 
No. No. No. 
A ella la había ocurrido lo mismo. 
Me desenvolví del agarre del médico. Y salí corriendo. Necesitaba aire. A este paso no podría respirar. 
Cuándo salí al exterior me sentí libre. Agradecí el frío viento de invierno en mi cara, además estaba comenzando a helar, ya era de noche, medianoche. 
-¡Joder!- grité lo más fuerte posible, al parking de urgencias que se encontraba desierto. Me acerqué a la pared de ladrillos, y empecé a propinarla puñetazos- ¡Jocer! ¡Joder! ¡Joder!
Cada palabrota iba acompañado de uno de los golpes. Empecé a sentir como escocían mis nudillos. Dejé de golpear. 
Caí derrumado al suelo, y ahí me encogí, acurrucandome a mi misma, mientras dejaba que mi cabeza reposara en mir rodillas, rodeaba por mis brazos, y sentía la fría pared en mi espalda.
Las primeras lágrimas no tardaron en salir. 
"-¡Está despertando! ¡Está despertando! - oí gritos a lo lejos. Parecían felices. ¿Por qué? ¿Qué había ocurrido?
¿Porqué me estaba despertando?
¿Me había dormido?
No lo recordaba. 
Abrí los ojos lentamente, me dolían. Intenté mover el resto de mi cuerpo, no lo sentía. 
Me asusté.
La luz en un principio deslumbró. Luego me fui acostumbrando. 
Escuchaba gritos lejanos, que repetían lo mismo, una y otra vez. ¿Qué había de emocionante en que me hubiera despertado?
Lo primero que vi al enfocar mi vista, y dejé de ver borroso, fueron las paredes blancas. No era mi cuarto. 
Me intenté mover, nada. 
Me fijé en mis brazos, vendados con tubos entrando y saliendo de ellos. ¿Qué?
Sentí algo en mi cara, y bajé los ojos constantemente, una máscara de oxígeno. ¿Por qué llevaba una?
¿Qué estaba pasando?
Mi cuerpo estaba en una cama, bajo una sábana, y no lo sentía. 
Comencé a asustarme. 
Intenté hablar, pero no pude, mi garganta estaba seca, y solo salió un sonido ronco e indescifrable para cualquiera. 
Varios médicos y enfermeras no tardaron en llegar, detrás de ellos mi padre. 
¡Al fin alguien conocido!
Necesitaba saber que hacía en un hospital, acaso, ¿Había pasado algo?
No, me acordaría. ¿Una caída en bici, o en patín?
Hice memoria, estaba seguro de que no, hacía mucho tiempo que no los cogía. 
-¿Ryan?- preguntó un hombre de bata blanca. Centré toda mi atención en él, en su chapa de identificación ponía el nombre de Doc.Murrey. Él sonrío al ver que le miraba. - ¿Me ves?
Pues claro que le veía, ¿Qué pregunta era esa?
Asentí, todavía incapaz de hablar mientras miles de dudas me asaltaban. Comenzó a hacerme una serie de preguntas sin importancia, a las que contesté moviendo la cabeza, me sentía inútil. 
-Bien. ¿Recuerdas algo?- preguntó por último, con ojos interesantes.
¡Al fin una pregunta que valía la pena! 
Negué efusivamente con la cabeza. 
Noté como la sala quedaba en silencio, y en los ojos del Doctor Murray se reflejaba la tristeza. Miró a mi padre, que me observaba como si fuera un fantasma. Tenía los ojos con bolsas negras, y los ojos rojos de ¿Llorar? 
¿Qué pasaba?
Los médicos despejaron la sala lentamente, mientras mi padre se acercaba a mí, inseguro, y se sentaba al lado mío. 
-¿Ryan?- volvió a preguntar, parecía no creerse que estuviera allí. 
Asentí. Me sentía impotente, quería poder hablar. Ya. 
Mi padre sonrío feliz, lo que hizo contraste con su cara demacrada. 
-Hijo, ¿No recuerdas nada de nada?- Preguntó él, temeroso. Negué con la cabeza, tenía todo en blanco, no me acordaba de lo que había echo ayer. 
-Ryan, escuchame, ¿Vale?- las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, mezclandose con esa sonrisa que tenía pintada en la cara. 
Abrí los ojos. Era de las pocas veces que veía a mi padre llorar, solo una vez antes, con la muerte del abuelo Clark. Esto era una mala señal. 
-Hijo, llevas dos meses y medio en coma-soltó mi padre. Quedé perplejo. Imposible.
¿Qué estaba diciendo?
Un graznido salió de mi boca, parecido a un ¿Q-Qué? 
Mi padre acarició mi pelo y cogió mi mano, apretándola, casi inmovilizándola. 
-El día de tu cumpleaños, tu madre y tú...- parecía que le estaba costando decir aquello- Tu madre y tú tuvisteís...- respiró hondo, mientras cerraba los ojos,sus manos, que envolvían la mía comenzaron a temblar.- Tuvisteís un accidente de tráfico. 
Sacudí la cabeza, eso era imposible. 
Me acordaría. Lo hubiera sabido. 
No podía ser. No. 
Imágenes se crearon en mi cabeza:
La sangre. 
El camión.
El super soldado Flinn. 
El pulso de mi corazón se aceleró
-¿Mami?- pude susurrar afligido. No podía ser. 
La cara de mi padre cambió radicalmente, sus ojos se cerraron fuertemente, y apretando todavía más mi mano, dijo lo que tanto temía. 
-Tu madre...- sollozó.- Tu madre murió hace unos días. Ella estaba en coma, pero... no salió.
Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, al igual que las de mi padre. 
Grité, pero solo salieron gruñidos. 
Mi visión se volvió borrosa por culpa de las lágrimas que salían una detrás de otra, sentí el pinchazo en mi brazo. Y como mi cabeza se relajaba. 
Pero no podía parar, con la cara húmeda volví a caer en el sueño, esta vez en la pesadilla en la que solo podía ver repetidamente como mi madre moría. 
¿Por qué?
¿Por qué yo había despertado y ella no?
Solo quería un porqué.
¿Por qué yo?"
Respiré entrecortado, el viento, me dio en la cara despejándome de recuerdos. De todo. 
Saqué el móvil, era tarde, seguramente mi padre y Dafne ya habrían llamado a casa, y se habrían encontrado con que nadie se lo había cogido. Tenía que informarles. 
Tres llamadas perdidas. 
No había si quiera pensando en ello, contactar con mi padre. 
Estaba de luna de miel, ¿Cómo se lo diría? 
¿Le afectaría de igual forma que a mí?
Respiré hondo, y todavía encogido en mi mismo, acurrucado, marqué los números del teléfono de mi padre. 
-¿Ryan?- oí al otro lado de la línea, parecía preocupado y algo enojado. 
Exhalé e inhalé. 
-Papá...-murmuré con la voz ronca. 
¿Cómo le diría que Aria podía estar muriéndose en este mismo instante? 
¿Y qué probablemente yo tenía la culpa?
-Ha ocurrido algo...

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